El negocio perfecto.

Ya, ya sé.

Que si sigues este modelo, que si aprendes esto, que si consigues más seguidores…

Que si encuentras «tu propósito».

Pero no.

El negocio perfecto no existe.

Es lo que hay.

Si no, mira como andas la mayor parte del tiempo, como pollo sin cabeza, como si el problema fuera que no te esfuerzas suficiente.

Te levantas cada día, abres el portátil y… venga, otra vez.

La bandeja llena.

Las notificaciones explotando.

Esa sensación de que podrías estar haciendo más.

Y claro, piensas: “Es que me falta algo. Una estrategia mejor. Una herramienta nueva. Un curso más.”

Que te digo que no.

Lo que te falta es entender que el negocio perfecto es un puto fantasma.

Siempre parece estar ahí… pero nunca está.

El próximo curso.

El próximo funnel.

La próxima fórmula “infalible”.

Pero nunca llega.

Y nunca llegará, porque, mientras persigues ese fantasma, te olvidas de vivir.

Te llenas de tareas. De ruido. De ansiedad.

Trabajas más. Pero ganas menos.

Y lo peor… te acostumbras.

Como el pez que ni nota que está rodeado de agua.

Lo normalizas.

Crees que así es como debe ser. Que ser emprendedor es estar siempre agotado y que tu frase de cabecera tiene que ser “no me da la vida”.

No me jodas.

Porque la libertad no es hacer más.

La libertad es poder decidir.

Por eso solo eres libre cuándo puedes decidir, que te lo tengo dicho.

  • Menos clientes que te drenan.
  • Menos promesas vacías.
  • Menos ruido en la cabeza.

Entonces, puedes seguir así, persiguiendo fantasmas de madrugada…

O puedes parar.

Respirar.

Y pensar.

¿Qué pasaría si dejaras de buscar el negocio perfecto?

¿Si, en lugar de intentar hacer más, eligieras hacer menos?

Menos, pero mejor.

Menos, pero más inteligente.

Eso es un Negocio Libre.

Un negocio que te permite vivir, no uno que te chupa la vida.

Porque al final, ¿para qué cojones emprendes?

Para tener libertad, ¿no? Para hacer lo que te gusta.

Entonces, hazme caso y deja de complicarlo.

No, no existe el negocio perfecto.

Solo existe el negocio que tú decides construir.

Puedes tener algo grande, con mil clientes.

O algo pequeño, manejable. Solo tú.

Lo único que importa es que te sirva a ti.

Que te dé vida. No que te la quite.

Porque al final, lo único que necesitas no es el negocio perfecto.

Es el negocio que te permita ser libre para decidir.

Y te explico como montarlo cuándo te apuntas ahí:

Solo eres libre cuándo puedes decidir. Y aquí verás cómo hacerlo.

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